lunes, 14 de septiembre de 2015

Mamá, no te abandones, no dejes de ser

Mamá, no te abandones, no dejes de ser.
Cuando nació Jorge, mi hijo mayor, decidí dejar de trabajar un tiempo y dedicarme a la crianza "dos años no es tanto". Mi mamá prudentemente me preguntó "¿estás segura?" y lo estaba pero la seguridad me duró 6 meses. En los momentos que Jorge dormía yo me aburría horrores. Ya había leído una gran cantidad de libros para hacer al hijo ideal, preparaba mis propias papillas y daba vueltas interminablemente (ahí supe lo que era un león enjaulado y que la jaula es jaula). Movía los muebles, limpiaba, cocinaba y parecía que todo era idéntico, un día detrás de otro. "Que padre que no tengas nada que hacer y te mantengan". No lo era, fuera de contemplar a Jorge no había nada que me gustara. Y regresé a trabajar  y me di cuenta  que de todas formas todas las madres son "malas". 

Ir a dar clases a la preparatoria era mi "tiempo personal", mi momento de aprender porque de los jóvenes es de quien más obtienes y son ellos los que no abandonan sus sueños.

En el 2004 nació Leonardo y con su Síndrome de Down llegó la cardiopatía, ese terrible hoyo en el corazón que no nos permitía respirar. Día a día había que luchar para mantenerlo vivo y para hacer de vigía debes permanecer en tu torre, 24 por 24, 7 por 7. Esta vez la maternidad era distinta a la de mi hijo mayor, no había opciones: tenía que estar. No había días aburridos y si había muchos días de estrés y miedo. Después de ocho meses, cuando las cosas se estabilizaron levemente, pude conseguir dar clases en empresas de 7 a 8:30 am dos días a la semana y ese era mi respiro. Ahora creo que la decisión de tener ese momento fue un acto altamente egoísta y de amor a mi misma y también sé que ser tú mismo es la mejor forma de no echarle en cara a nadie tus fracasos o frustraciones. Cuando Leonardo fue operado y se recuperó, "mi egoísmo" se volvió más fuerte y regresé a trabajar por las mañanas y ¡vaya que lo he disfrutado!

El egoismo es un personaje odiado, el ego te dice que seas tú el primero y se alimenta de tus logros personales, de tu belleza, del amor que te profesas y es socialmente malo. ¿No se supone que las madres mexicanas son abnegadas? que  al tener hijos  DEBEN olvidarse de ser amadas, autoamadas, consideradas etc. que con el papel de madres se suben al pedestal de santas y no deben atreverse de ningún modo a permitirse sentir algo que no sea proteger a sus hijos. El egoísmo es todo eso malo que te han contado:esa cosa fea que no te deja ver a la otro,lo que no es socialmente aceptado, pero también tiene otra cara: el amor propio, la autoestima y ese amor es lo que te hace poderosa cuando requieres luchar por sobrevivir y cargar a tus hijos en las situaciones más extremas. El amor propio te acompaña en el abandono y en las pérdidas. Porque el amor fortalece. Para llevar más carga y tener más energía debes alimentar a ese amor egoísta.

Cuando tienes un hijo con discapacidad debes tener mucha fuerza de voluntad, constancia y disciplina para que vaya a las terapias. a la escuela, a las clases extras. El avance es lento y por eso la tentación de saltarte un día de trabajo es mucha pero cada día de trabajo hace la diferencia cuando sumas todos los esfuerzos. Por eso es tan importante que estés lo más entera posible. es obvio que no podrás reiniciar tu vida en donde la dejaste antes del Síndrome de Down pero debes encontrar la forma de no ser el Síndrome o volverte su esclava. Eres ya, desde que nace tu hijo la vocera del Síndrome de Down, la fanática de los logros de tu hijo y de todos los portadores, la defensora de sus derechos, pero tú eres tú misma y sigues siendo la madre de tus otros hijos, la hija de tus padres, la maestra, la atleta, la amiga, la pareja, la que se mira al espejo y sabe que es ella la que sonríe y no una inmaculada y perfecta madre desdichada y frustrada. Lo que tendríamos que mirar en el espejo es el resultado de las decisiones egoístas (pequeños escapes a veces) con todo el trabajo que debes hacer con tu hijos.

Trabajar, no trabajar, viajar, conocer, salir, descansar, tomar café, tomarte el tiempo de ser tú, hacer oración, encontrar el amor, tener sueños, abrazar a los amigos, platicar con todos tus hijos, soñar, tener ilusiones y planes futuros, investigar, vivir intensamente tu papel de madre de un portador de Síndrome de Down, ponerte perfume, hacer una carrera con tu mejor amiga, verte linda, todo es parte de tu vida. No debes abandonarte. Abandonarte es abandonar a tu hijo. Los hijos son el reflejo de que viven. ¿Quieres un hijo independiente? ¿quieres un hijo feliz? ¿seguro? ¿sociable? ¿quieres un niño con Síndrome de Down que se sienta amado, seguro, guapo? Prepáralo, abrázalo, demuéstrale que puede contar contigo, dile lo hermoso que Dios lo hizo, pero sobre todo ámate, mira tu belleza, busca cosas que te hagan sonreír para que él no tenga que llevar el peso de tus frustraciones.  

Tal vez ahora estés empezando y no puedas alejarte de la torre pero mamá, no te abandones, no pongas a tu hijo como excusa para no ser, vive desde ahí, ámate mientras estás amándolo, no alejes a tus amigos y familia que son tu red de apoyo y tu contacto con el mundo. Dios ha credo a tu hijo perfecto como es, Dios te ha hecho perfecta como eres. Dios ha hecho a su hermano perfecto. ¿quién eres tú para ir en contra de la perfecta variedad del mundo?