viernes, 5 de febrero de 2016

EL DIVORCIO

EL DIVORCIO Y EL PERDÓN


Luis se fue. Sería injusto culparlo, decir que soy la víctima y él el malo de la historia, pero el hecho es que la noche después del día de Reyes de 2014 fui la última en cerrar la puerta con llave y la que revisó que todo quedara en orden, especialmente la integridad de mis hijos. 

     Había escrito antes, en otra parte del blog, que a veces el padre se va y madre (o quien se queda) se tiene que re-inventar y en nuestro caso (madre, nana, abuelas, padre de niños con necesidades) hay que hacerlo rápido. No dudo del dolor de la parte que se va o de sus intentos por llevar una paternidad responsable pero no puedo escribir de lo que ignoro. No puedo escribir de los aciertos o no aciertos de él como padre porque sería un visión propia. Lo que sí puedo afirmar es que tuve que cerrar la puerta y poner a mis hijos antes que a mí. Era como un terremoto inesperado en el que pierdes todo lo conocido hasta el momento de la destrucción: primero te pones a salvo con tus hijos, los abrazas y confortas aunque estás muerta de miedo y vas resolviendo lo urgente. 

     Afortunadamente no tuve que lidiar con la parte económica porque eso él lo había planeado desde antes. La parte emocional (mía) fue la complicada: repetir incansablemente a Jorge "Tu papá te ama con toda su alma", "eres el orgullo de tu padre", "papá siempre estará al pendiente" y a Leo decirle: "¡Wow! papi tiene una casa nueva, tienes ahora dos casas", "Vas a ir con papi y van a jugar mucho en su casa nueva" mientras lidiaba con mis sentimientos, mi amor y en mi cabeza se repetía toda la programación de una educación machista además de los comentarios de los chismosos que querían saber las causas: "¿qué voy a hacer?", "¿por qué no me dijo antes?", "¿qué dicen tus hijos la casa de su papá?"¿y sabes si anda con alguien más?" etc. etc. etc.

     Decidí no hacer pública mi separación. Le conté a un grupo de amigas y les pedí discreción (jajajajajaja por supuesto alguna lo contó) , mi papá no lo supo, vivió un año y ocho meses pensando que estábamos juntos y el día que murió todavía me preguntó por Luis y su familia. Mis tíos y tías se enteraron el 14 de febrero del año siguiente.

      Fue una etapa muy dolorosa, de guardar los sentimientos y de tener fe en que todo saldría bien, tener fe en no lastimar a mis hijos, tener cuidado de no usarlos en un asunto que no era suyo y sobre todo ver por su felicidad: ¿hay otra razón para venir al mundo? ¿hay otra distinta para tener hijos que no sea el amarlos, hacerlos felices y el educarlos en el amor y para el amor?
Y después de más de dos años de separación decidí hacer formal lo obvio. Elegí un abogado que se guía por lo legal y no por el dinero y decidí apostar a hacerlo en paz.

     Asumo el hecho que planeé tener hijos y hacer un vínculo permanente con Luis. Tengo la certeza que nunca renuncié a nuestra relación siempre que él estuvo en la misma casa, así que si con voluntad las cosas no funcionaron no había porque quedarme en donde me tocaba. No había ni hay razón para hacer una guerra, más bien hay razones vitales para perdonar tantas veces como sea necesario, pedir perdón tantas como sea justo y amar la vida tanto como para vivir en amor y no en rencores.

     ¡Qué bonito suena todo! Mi vida sin convicciones y esperanza sería una mierda y por eso así soy: me gusta soñar y pensar en el mejor panorama pero la vida, la vida real me ha enseñado a no confiar siempre, ni demasiado y siendo la intención de este blog compartir y no aconsejar (porque no tengo autoridad académica o moral alguna) hay 5 puntos que yo pienso se deben considerar en un proceso de divorcio:

1. No pierdas tiempo en discutir. Ocúpate en tu proceso de duelo, de lo que tú sientes y lo que sienten tus hijos. Discutir es una actividad absurda en general e inútil en estos casos. Si tu ex pareja ha decidido irse, ya tiene un plan de vida. No va a negociarlo a menos que sea un pendejo chantajista que vio muchas telenovelas y quiere un show de tu parte para sentirse amado y quedarse.

2. Haz números, cuenta cada centavo que gastas en tus hijos: alimentos, terapia, ropa, diversión, escuela, etc. 

3. Pide una pensión justa. Recuerda no jugar a la dignidad y dejar a tus hijos con menos de lo merecen. La pensión es una obligación que la parte proveedora debe seguir teniendo, no es opcional. No te pueden decir que te están haciendo el"favor de darte mucho". Los hijos tienen el derecho a tener el mismo nivel de vida que disfrutaban antes del divorcio o mejorarlo si la economía del proveedor o si el juez así lo determina. Hay leyes que debes hacer cumplir.  Y no las discutas, ese es el trabajo de los abogados y jueces. 
Tampoco abuses, no es lo que quieres que tus hijos aprendan.

4. Observa y busca cambios en tus hijos, si encuentras algo preocupante, habla con ellos, y si es el caso comunícale a tu ex pareja lo que sucede (si está en disposición de "ayudar a resolver" lo hará, no pretendas obligarlo: le avisaste para que esté enterado.  si no está disponible, resuelve tú. Tú estás a cargo)

5. Siempre sé justa, siempre. No hables mal de tu ex pareja con tus hijos. Responde las preguntas de tus hijos directamente, sin juicios personales. La relación que ellos construyan con su padre (o madre) es suya y los niños saben cuando son amados y eso no cambiará con lo que tú digas (¿Quién quiere dañar a sus hijos inventando cosas?). 

     El divorcio es una situación  a la que nadie quiere llegar. Nadie que haya amado con todo el corazón, con el alma, con la razón quiere que algún día termine. pero a veces pasa. A veces alguno decide que la mejor forma de querer y respetar al otro es no hacerle daño. Yo sé que Luis me amó mucho, yo sé que lo amé también. Sé que puedo contar con él y creo que sabe que puede contar conmigo. 

     Hemos firmado el divorcio y lo único que quiero ahora es ser la mejor ex esposa del mundo. Y quiero hacerlo por mi bien.